Se oye mucho hablar de coaching aplicado a muchos ámbitos de la vida. Hoy vamos a conocer un poco más del denominado coaching educativo, que está enfocado a luchar contra el fracaso escolar a través de formación para que los profesores sean capaces de motivar a los estudiantes y que superen con éxito su etapa formativa.
El profesor se convierte en una figura que alienta, que une, que entiende las necesidades del alumno y hace que el grupo fluya y mejore sus competencias. Las relaciones profesor – alumno son más enriquecedoras y productivas. Se trata de que se sientan motivados en un ambiente de trabajo propicio y adecuado para aprender, dándoles un apoyo que consigue que los estudiantes crean en sí mismos en todo momento.
De este modo, gracias al coaching educativo los estudiantes están más predispuestos a aprender y a adquirir, con todo ello, las competencias adecuadas para alcanzar sus metas y objetivos, mejorando en consecuencia la confianza en ellos mismos, en sus posibilidades, y por tanto, crece su autoestima y se establece un ambiente muy alentador y cómodo para el estudio.
Con el coaching educativo, además, el profesor aprende a identificar las necesidades reales e individuales de cada miembro de la clase, y sabe motivar según sean estas necesidades. El profesor escucha y busca la forma de ayudarle y guiarle, por lo que el joven está motivado y refuerza su autoconocimiento en un clima perfecto para el aprendizaje.
El coaching, en general, pretende orientar y mejorar rendimientos, bien en empresas, bien en el aula, bien con personas individuales que tienen un determinado problema o un obstáculo que les impide avanzar. Según la Asociación Española de Coaching, el coaching es “el arte de trabajar con los demás para que ellos obtengan resultados fuera de lo común en todo aquello que deseen y mejoren su actuación”. Por tanto, aplicado al ámbito educativo, el objetivo es que el estudiante logre esos buenos resultados, esa mejora de su rendimiento, ese aprendizaje efectivo. Potencia el talento de los estudiantes, les ayuda a identificar sus capacidades y hace protagonistas a los jóvenes del proceso formativo que viven, desde el refuerzo de su autoestima, desde el conocimiento de lo que valen y de lo que pueden conseguir, y les acompañan en ese camino, enseñándoles todo lo que pueden ser y lograr ellos mismos.