Se entiende por inteligencia emocional aquellas aptitudes de ámbito psicológico que nos ayudan a expresar y entender nuestras emociones, controlarlas, gestionarlas eficazmente, para entender mejor a los demás y a través de ellas conducir nuestro comportamiento y nuestro pensamiento. Los seres humanos nos movemos a través del pensamiento, la emoción y la acción. Y ya desde pequeños es importante saber hacerlo para que los niños que serán mayores en un futuro aprendan lo antes posible a desenvolverse de manera adecuada en la sociedad.
Leí recientemente un artículo de la psicóloga y escritora Valeria Sabater sobre cómo educar en inteligencia emocional desde pequeños, y hoy vamos a repasar algunos puntos que nos ayudarán a aprender a llevar nuestro día a día con eficiencia.
- La ira. Es importante aprender a canalizar y corregir las malas reacciones de los niños, que pueden ir apareciendo a partir de los seis meses. Es fundamental crear ciertos límites y se puede hacer hablando, haciendo que ellos entiendan todo lo que sucede, a través de la razón. Son pequeños, pero es posible.
- Las emociones. Según esta experta, a partir de los dos años podemos comenzar a enseñarles a reconocer las emociones, tanto las suyas propias como las de los demás. Se trata de trabajar la empatía y se puede hacer a través de dibujos o fotos, por ejemplo, de caras con diferentes expresiones básicas: alegría, tristeza, enfado… Haciendo que reconozcan la emoción y nos cuenten por qué pueden sentir aquello que están expresando. Después, a partir de cinco años, es un buen momento para que ellos mismos sepan definir y hablar de sus propias emociones.
- Les enseñaremos a expresar sus sentimientos para que si se ven superados por algunas emociones y las canalizan con enfados, rabietas, golpes, aprendan a decir en voz alta qué les preocupa o enfada, antes de verse involucrados en esa reacción. Muestra tu respeto, escucha activa y comprensión hacia lo que te están explicando.
- Desarrollaremos con ellos su empatía a través del razonamiento, haciéndoles preguntas como, por ejemplo, ¿crees que mamá está triste? ¿por qué crees que papá está enfadado? Es importante fomentar la comunicación, con juegos, preguntas razonamientos, contribuyendo así que expresen sus propios sentimientos, opiniones, que sepan decirlo en voz alta y establecer diálogos. También en es fundamental que aprendan en estas fases a escuchar.
- Según van creciendo empiezan a aparecer otras emociones como la vergüenza, el amor… Debemos seguir fomentando esa comunicación con ellos para que se sientan libres de hablar de ello, cómodos, que afronten con seguridad todo lo nuevo que les va a tocar vivir.
En definitiva, el reconocimiento de sus propias emociones y de las de los demás y el haber aprendido a comunicarlas les ayudará a madurar y podrán afrontar muchas situaciones desde el diálogo, la felicidad, el respeto, la empatía y la responsabilidad. Una mejor gestión de su emoción ayudará a una más eficiente gestión de situaciones a las que deberá enfrentarse a lo largo de su vida.