Ya hemos hablado en anteriores artículos del tema de la motivación y hoy vamos a ver cómo ponerlo en práctica en las aulas. Y no es fácil, en este caso. Porque se trata de lidiar con personas de muy diferentes personalidades que deben trabajar día a día y sacar adelante unos estudios que, en algunas ocasiones, ni les gustan. Se trata de ser creativo y saber fomentar la ilusión de los estudiantes.
- Pasión. Es importante que quien motive a los alumnos sienta pasión por lo que dice y por lo que hace. Debe sentirlo. Sólo así logrará transmitir de verdad el mensaje e incluso hacer que los estudiantes sientan esa misma pasión y esas mismas ganas.
- Autoestima. Para que consigan sus objetivos académicos, para que sepan ser felices con lo que hacen, es fundamental que el docente potencia su autoestima. Que les enseñe a creer en ellos mismos, a superar sus tropiezos, que puedan expresar lo que sienten y lo que anhelan. Así avanzarán más fuertes.
- Personalización. Es esencial, también, que el docente conozca a sus alumnos, que demuestre que son personas y sepa qué les interesa, qué buscan en su aprendizaje, para adaptar sus clases a ese ritmo vital que ellos presenten.
- Trabajo en equipo. Tú llevas la batuta, pero en la orquesta tocan todos. Deben saber trabajar en equipo, colaborar, estar juntos y saber que eso les hace valiosos. Y que se sientan orgullosos de eso.
- Establecer metas. Si sabemos a dónde nos dirigimos, seremos capaces de encontrar el mejor camino para llegar. O el camino más largo, pero sabremos llegar. Deben ser objetivos realistas, que se adecuen al nivel que lleve la clase y consigan que los estudiantes descubran en qué son fuertes y en qué deben mejorar.
- Lenguaje en positivo. Tan importante es lo que decimos como el modo en el que lo hacemos. Por eso, en clase se debe hablar siempre en positivo, agradeciendo su participación, premiando la iniciativa, que sepan que el interés que ponen está valorado y haciendo ver que sus palabras y su trabajo son necesarios en la clase.
- Creatividad y sinceridad. Una docente que sorprende, que fomenta la ilusión, la imaginación, que hace que los alumnos esperen a su siguiente clase con ganas, será un docente que motive. Por eso la creatividad es muy importante, y siempre, todo, con sinceridad y cercanía, que no lo vean como un “loco” extraño.